El artículo analiza la viabilidad de reducir la jornada laboral a seis horas diarias o cuatro días a la semana. Destaca experiencias como el experimento en Suecia, donde aumentó la productividad pero con altos costos, y el debate en España sobre una semana de 32 horas. Aunque la idea gana interés, expertos advierten que su implementación requiere un análisis cuidadoso para evitar impactos negativos.